Estancamiento Pérdida de Peso

El camino hacia la mejora no es sencillo. Como en todo proceso para alcanzar una meta, el progreso no es lineal. Habrá momentos en los que avances rápidamente, otros en los que retrocedas e incluso etapas en las que parezca que no hay cambios. Imagina que escalas una montaña: el trayecto no es solo una subida constante, sino que incluye pendientes pronunciadas, descensos y llanuras que requieren tiempo y paciencia. Mantener el objetivo final en mente y entender que cada paso, por pequeño que sea, te acerca al éxito, es clave.

El proceso de pérdida de peso es mucho más complejo que simplemente «comer menos y moverse más». Un enfoque exitoso depende de múltiples factores internos (como el metabolismo, las hormonas y la genética) y externos (hábitos, entorno y apoyo emocional), que no solo influyen en la reducción de peso, sino también en mantener los resultados a largo plazo.

Es común escuchar historias de personas que, al comenzar una dieta o rutina de ejercicio, pierden peso rápidamente al principio. Todo parece marchar bien… hasta que, de repente, la báscula deja de moverse. Pueden pasar semanas o incluso meses sin cambios, y en algunos casos, el peso incluso aumenta. La frustración llega, y muchos piensan: «¿Para qué seguir si ya no hay resultados?»

En este artículo, exploraremos qué es el estancamiento en la pérdida de peso, por qué ocurre y, lo más importante, cómo superarlo para seguir avanzando hacia tus metas.

El principio fundamental para perder peso es el déficit calórico, es decir, consumir menos calorías de las que tu cuerpo gasta. Esto puede lograrse reduciendo la ingesta de alimentos, aumentando la actividad física o, mejor aún, combinando ambas estrategias para maximizar resultados. Cuando mantienes este déficit de manera constante, tu organismo comienza a obtener la energía que necesita de las reservas almacenadas, principalmente del tejido adiposo (grasa) y, en algunos casos, del músculo.

A medida que perdemos peso, nuestro cuerpo pone en marcha mecanismos de adaptación biológicamente programados para conservar energía. Con el tiempo, el metabolismo se vuelve más eficiente, reduciendo el gasto calórico en reposo (lo que se conoce como «adaptación metabólica»). Paralelamente, comenzamos a movernos menos sin darnos cuenta – actividades espontáneas como caminar o cambiar de postura disminuyen, mientras que las señales de hambre se intensifican, especialmente hacia alimentos hipercalóricos. Estas respuestas, evolutivamente diseñadas para protegernos en periodos de escasez, son las responsables de que el progreso se ralentice o incluso se detenga, creando la frustrante meseta que muchos experimentan en su viaje de pérdida de peso.

Aunque tradicionalmente se ha atribuido el estancamiento en la pérdida de peso principalmente a la adaptación metabólica, investigaciones recientes revelan un panorama más complejo. Estudios sobre intervenciones para la reducción de peso muestran que estas mesetas suelen aparecer recién alrededor del sexto mes de proceso, e incluso pueden tardar mucho más en manifestarse (Cunningham, 2011). Esto sugiere que, si bien la adaptación metabólica juega un papel importante, existen otros factores clave que contribuyen a estos estancamientos.

Mantener una alimentación restrictiva a largo plazo es un desafío complejo, especialmente en sociedades donde la comida trasciende su función nutricional para convertirse en un acto social cargado de significado. Comemos para celebrar, para conectar con otros y para crear recuerdos, lo que hace especialmente difícil sostener dietas rígidas. De hecho, la falta de adherencia a los planes alimenticios estrictos es una de las principales causas no solo del estancamiento en la pérdida de peso, sino también de la recuperación posterior de los kilos perdidos (Cunningham, 2011).

Los datos revelan una batalla cuesta arriba: mientras la adaptación metabólica reduce nuestro gasto energético en 20-30 kcal diarias, los cambios hormonales, psicológicos y sociales pueden aumentar nuestro consumo calórico hasta 100 kcal al día (Hall & Kahan, 2018). Esta discrepancia explica por qué confiar únicamente en la «fuerza de voluntad» suele ser insuficiente y frustrante para muchas personas.

La solución radica en diseñar estrategias sostenibles: en lugar de enfoques restrictivos temporales, debemos construir hábitos alimenticios flexibles que se integren naturalmente en nuestro estilo de vida. Solo así lograremos no solo perder peso, sino mantener los resultados permanentemente.

De esto se desprende que intentar perder peso sin orientación profesional, si bien es posible, suele ser significativamente más difícil que hacerlo con un acompañamiento multidisciplinario que aborde todas las necesidades y contemple las principales barreras en cada área clave para alcanzar los resultados.

Las investigaciones demuestran que los programas con una duración mínima de un año -que incluyen seguimiento constante con profesionales de la salud o participación en entornos grupales- mejoran sustancialmente el mantenimiento del peso a largo plazo. Estos programas suelen incorporar (Hall & Kahan, 2018):

  • Automonitoreo regular
  • Consumo de comidas más pequeñas y frecuentes durante el día
  • Actividad física progresiva y consistente
  • Mayor frecuencia de comidas preparadas en casa
  • Reducción del tiempo frente a pantallas
  • Control sistemático de las porciones

Además, se recomienda que los profesionales que guían estos procesos ayuden a las personas a identificar y reformular sus patrones de pensamiento sobre el proceso (Cunningham, 2011). Es fundamental dejar claro que los estancamientos son parte inherente del camino, y que cada acción tomada representa un avance hacia un estado de salud óptimo, independientemente de lo que marque la báscula en un momento dado.

El viaje hacia un peso saludable no se trata de restricciones temporales ni de luchar contra tu biología, sino de construir hábitos duraderos que te permitan disfrutar de la vida mientras cuidas tu salud. Como hemos visto, las dietas extremas suelen fracasar porque el cuerpo las resiste como un termostato que busca su equilibrio natural. La verdadera transformación ocurre cuando cambiamos nuestro enfoque: alimentación flexible, actividad física planificada y descanso adecuado deben ser pilares fundamentales, no castigos temporales.

En Somia, entendemos que cada persona tiene necesidades únicas. Por eso, nuestros programas están diseñados para ayudarte a:

  • Desarrollar una relación saludable con la comida, sin prohibiciones ni culpas.
  • Incorporar movimiento de manera sostenible, adaptado a tu ritmo de vida.
  • Mantener resultados a largo plazo, con estrategias personalizadas y acompañamiento profesional.

No se trata solo de alcanzar un número en la báscula, sino de crear un estilo de vida que te haga sentir fuerte, energizado y en paz contigo mismo. Si estás listo para dejar atrás el ciclo de dietas frustrantes y probar un enfoque realista y efectivo, te invitamos a revisar nuestro plan de pérdida de peso.

Tu salud no es un destino, es un camino. ¡Caminemos juntos!

Referencias

  • Cunningham, E. (2011). How Can I Help My Client Who Is Experiencing a Weight-Loss Plateau? Journal of the American Dietetic Association, 111(12), 1966. https://doi.org/10.1016/j.jada.2011.10.020

Hall, K. D., & Kahan, S. (2018). Maintenance of Lost Weight and Long-Term Management of Obesity. In Medical Clinics of North America (Vol. 102, Issue 1, pp. 183–197). W.B. Saunders. https://doi.org/10.1016/j.mcna.2017.08.012